...o como liarse a cabezazos contra la pared.
Después de esquivar los puñetazos de una maruja montada en cólera al ver que me llevaba las últimas medias negras del súper, llego a casa y caigo en la cuenta de que este año ya tiene las horas contadas.
Hace unos días preguntaba: ¿dónde estaremos en un año? y me da hasta miedo contestar...antes de nada, intenta averiguar donde leches estás ahora. Con todas las vueltas que ha dado este 2009 y resulta que estoy más o menos igual que hace un año. Un poco más herida y un poco más curada, un milímetro más sabia y por ello aún más tonta. Sea como sea, lo despido con las mismas ganas que recibo este que viene. Infinitas.
Al final las cosas buenas siempre superan a las malas, o eso creo. Sólo es cuestión de echarles tierra encima y yo, a estas alturas, ya llevo una montaña del tamaño del Everest. Si en 365 días, se reduce al tibidabo, ya puedo darme con un canto en los dientes.